
Como terapeuta, tengo muy en cuenta los sueños que mis clientes traen a terapia.
Nada de lo que la mente crea es baladí, y es, precisamente al dormir, cuando salen los símbolos que pueden dar gran información a quien los sueña.
Cuando una persona viene a terapia y trae un sueño, le ayudo a que lo trabaje, no desde ningún código de interpretación preestablecido, puesto que ningún libro de interpretaciones va a saber más que la misma persona que lo ha soñado. Desde varias perspectivas, como la gestáltica , o la jungiana, se desaconsejan totalmente los libros de interpretación de sueños, puesto que limitan la amplitud del imaginario y las vivencias del cliente. Siempre es mejor que lo reviva en su propia sensación e intensidad, para que hable el subconsciente a través de sí.
Hay sueños que parecen dejar un mensaje o una impronta muy clara, en cambio, hay otros que resultan totalmente inconexos, extraños, que no aparecen con la lógica con la que habitualmente pensamos en el día a día. Pero no importa. Al trabajarlos pueden dar muchas pistas sobre el momento que el cliente está viviendo, y a veces, traen consigo una clave integradora sobre qué está necesitando la persona, o arrojan información sobre el patrón que está siguiendo.
Durante un proceso terapéutico, es importante tenerlos en cuenta. Es común despertar recordando un sueño vívido y olvidarlo al instante siguiente. Por eso la importancia de apuntarlo, de retenerlo, de permitirse sentirlo. De paladearlo. Muchas personas escriben sus sueños o los apuntan en un diario.
Una vez que se aprende a interpretar por uno mismo el propio sueño, se abre la ventana a nuestros miedos, complejos y deseos, siendo una guía para entender los dramas, los anhelos y estar más en contacto con su ser esencial, porque, aunque surjan en los brazos de Morfeo, cada persona tiene en sí, sus propias claves.
Comments