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Vivir tiene un coste.

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Todas las personas, alguna vez en la vida sufrimos ansiedad,

baja autoestima, sensación de vacío, apatía, rumiación, falta

de claridad, crisis existenciales, miedos... 

A veces, incluso cuando todo va bien ocurre algo inesperado

que nos descoloca.  

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Dejarse acompañar en momentos difíciles es muy importante. 

Buscar una buena ayuda, es una gran forma de autoayuda.

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Tu cuerpo y tu alma saben cuando te abandonas y cuando te

ocupas de ti (y tú también, aunque a veces te mientas, aunque duela).

 

A veces no somos conscientes de lo poco que nos atendemos, hasta que empezamos a hacerlo. 

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Me he formado en terapias de enfoques distintos y sé cómo cada una opera sobre nuestro ser. Las personas tenemos distintas partes adentro, (la que sufre, la que  es resolutiva, la que se frustra...) todas con necesidades distintas y con necesidad de ser atendidas e integradas. Cada herramienta opera en una parte del ser. 

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Puedo confesar que con las consultorías puramente conversacionales y con el coaching sentía y sabía que una algo faltaba: el cuerpo. A pesar de ser bailarina y conocer mi cuerpo, no lo conocía desde su enlace con las emociones y eso cambió, para mí como cliente y como terapeuta. El cuerpo es el templo, para el tantra, y cuando se integra en consultoría, todo va a una. 

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