En mi consulta, veo a muchas mujeres que han terminado en relaciones en las que no experimentan el placer que realmente desean. Este es un patrón más común de lo que pensamos, y muchas veces el verdadero problema no radica tanto en la relación con la pareja, sino en que nosotras mismas no sabemos qué es lo que realmente queremos o necesitamos para sentir placer.
El placer es algo profundamente personal, y a menudo no lo hemos explorado lo suficiente como para tener un gran conocimiento de ello.
Trabajo con mujeres que, debido a experiencias difíciles como el cáncer o por traumas tempranos, han desconectado de su propio cuerpo, de sus sensaciones y deseos. No es raro encontrar a mujeres que están en relaciones donde no encuentran esa chispa de placer, y no porque sus parejas no quieran ofrecérselo, sino porque ellas mismas no han tenido el espacio, la curiosidad, la paciencia o las herramientas para descubrir qué es lo que realmente desean.
Identificar nuestras heridas, el primer paso hacia el placer
Uno de los aspectos fundamentales en este proceso es identificar y sanar las heridas que llevamos dentro. Muchas de nosotras hemos crecido en contextos donde se nos enseñó a desconfiar de nuestro propio placer, ya sea por tabúes, creencias culturales o traumas del pasado. Sin embargo, cuando comenzamos a mirar hacia adentro, a reconocer y sanar esas heridas, el placer empieza a fluir de manera natural. Cuando trabajamos en nuestras heridas internas, todo empieza a colocarse en su lugar, como unas piezas de rompecabezas, encontrando su unidad.
Esto no es un proceso inmediato, sino un trabajo consciente y amoroso de autoconocimiento. A medida que quitamos capas de dolor, miedo o vergüenza, empezamos a reconectar con nuestro placer auténtico. Este camino no solo nos beneficia a nosotras, sino también a nuestras parejas y a nuestro ambiente.
Los hombres también son víctimas del desconocimiento de nuestro placer
Muchos hombres que llegan a consulta me hablan de su frustración por no saber qué es lo que sucede con sus parejas. Preguntan qué es lo que pueden hacer para que ellas sientan más placer, pero al final, ellos también se convierten en víctimas del desconocimiento de lo que nosotras necesitamos. Y es que, si nosotras no sabemos qué es lo que queremos, ellos tampoco pueden adivinarlo.
Este proceso de autoconocimiento no debe ser visto como una obligación para "dar placer" a la pareja, ni como una norma a cumplir. Es, ante todo, un acto de amor hacia nosotras mismas, una oportunidad para conocernos en profundidad y vivir en plenitud. Es importante liberarnos de la presión de "cumplir" con las expectativas ajenas, y centrarnos en el hecho de que merecemos vivir una vida sexual plena, libre de traumas y condicionamientos.
No importa cómo seas, lo importante es que te conozcas
No importa cuál sea tu carácter o temperamento, todas las mujeres tenemos el derecho de conocernos, de amarnos y de vivir una sexualidad libre y bien integrada. No necesitas cambiar tu esencia para disfrutar del placer; lo que necesitas es reconectar contigo misma, con tus deseos, con lo que realmente te hace vibrar.
Una mujer que conoce su cuerpo, que sabe qué le gusta y qué necesita, es una mujer que vive en plenitud, con o sin pareja. La sexualidad no es algo que deba estar condicionado por el exterior, sino algo que debe nacer desde nuestro interior, libre de traumas y bloqueos.
Así que, mujer, te invito a revisar tu placer, a iniciar este viaje de autoconocimiento, y a liberarte de todo lo que te impide disfrutar de una vida sexual y emocional plena. Porque mereces ser una mujer completa, libre, y profundamente conectada con su placer.
Nunca es tarde para investigarte, para llegar a una sexualidad y a una aceptación más plenas.
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